Durante siglos, las comunidades costeras de Tailandia se han sustentado en la pesca, y la economía nacional está estrechamente ligada al ritmo de las mareas. No obstante, a raíz de las exigencias mundiales de prácticas sostenibles, el modo de vida de los pequeños pescadores se ve amenazado.
En 2015, la Unión Europea emitió una "tarjeta amarilla" a Tailandia como una advertencia contundente por no combatir la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR). Para evitar una prohibición total de las exportaciones de productos del mar a la UE, Tailandia adoptó algunas de las leyes pesqueras más estrictas del mundo. Desde entonces, estas medidas han transformado el sector, pero no sin controversia.
Aunque la UE levantó la tarjeta amarilla en 2019, las reformas puestas en marcha siguen siendo un arma de doble filo para las comunidades locales. A pesar de ayudar a Tailandia a mantener su posición en los mercados internacionales, las reformas también han impuesto pesadas cargas financieras y operativas a los pequeños pescadores.
El alto coste del cumplimiento
Las medidas tailandesas contra la pesca INDNR se dirigían principalmente a las operaciones comerciales a gran escala, pero su alcance generalizado ha afectado a muchos de los 50.000 pequeños pescadores del país, entre ellos Mode Bunna, un pescador de Songkhla. "Muchas personas dejan de pescar. Sólo quedamos mi hermano y yo pescando en esta zona", se lamenta Bunna.
Para estos pequeños operadores, una infracción menor puede resultar en una multa impresionante que resultaría inviable para los pescadores, incluso con un buen rendimiento diario.
"Tailandia tiene 22 provincias costeras registradas en la Asociación Nacional de Pesca. La ley afectó enormemente a los medios de subsistencia de miles de familias de pescadores", añade Mongkol Sukcharoenkana, presidente de la Asociación Nacional de Pesca de Tailandia.
El sector pesquero tailandés, antaño sólido, ha sentido los efectos de estas estrictas políticas. Sukcharoenkana añade que también se han hundido sectores relacionados, lo que deja a comunidades enteras en situación de vulnerabilidad.
El impacto económico
Los pequeños pescadores del país denuncian que están siendo obligados a abandonar su actividad. Mientras tanto, las grandes embarcaciones comerciales siguen pescando en las mismas aguas, a menudo agotando las reservas de peces antes de que los barcos más pequeños tengan la oportunidad de echar sus redes.
El director general del departamento de Pesca de Tailandia, Bancha Sukkaew, reconoce la gravedad de la situación, pero defiende la normativa INDNR. "Tal y como establece la Constitución, la Ley de Pesca debe someterse a evaluaciones de eficacia, al igual que el resto de la legislación", explica, señalando un posible camino hacia la reforma.
Un llamamiento a la reforma
Las peticiones de enmiendas legislativas están cobrando fuerza. Con sus medios de subsistencia en juego, las comunidades pesqueras proponen cambios en la ley a través de la Cámara de Representantes. Buscan medidas que reflejen el contexto local de Tailandia, pero que al mismo tiempo mantengan sus responsabilidades mundiales.
Bancha insiste: "Las enmiendas propuestas siguen ajustándose a nuestras obligaciones internacionales y al compromiso con la política contra la pesca INDNR, por lo que son más coherentes con nuestro contexto [local], al tiempo que fomentan una pesca responsable y sostenible".
Sin embargo, Wichoksak Ronnarongpairee, director de la Federación de Pescadores de Tailandia (Association of Thai Fisherfolks Federation, ATFF), advierte de que no todas las partes interesadas están de acuerdo sobre el alcance de estas reformas. "Algunos grupos han propuesto abolir las medidas de pesca INDNR, algo con lo que estoy en total desacuerdo", afirma. "Formamos parte de la comunidad mundial y no vivimos aislados".
Otros, como el Dr. Poj Aramwatananont, de la Cámara de Comercio tailandesa, abogan por un término medio. "El derecho internacional puede ser adecuado para un país, pero demasiado estricto para otro. Tailandia debe seguir las normas y reglamentos internacionales, pero también debemos adaptarlas".
Un delicado equilibrio
Para pescadores como Mode Bunna, lo que está en juego no puede ser más importante. Con 70 años, se niega a abandonar la vida que ha conocido durante décadas. "Mi familia lleva generaciones pescando aquí", dice. "No puedo dejarlo ahora. Soy demasiado mayor para hacer otra cosa". A pesar de las dificultades, la determinación de Bunna refleja la lucha general que han emprendido las pequeñas comunidades de pescadores en Tailandia.
Cuando el gobierno tailandés sopese cambios en su legislación pesquera, la dificultad consistirá en encontrar un equilibrio entre la protección de los medios de subsistencia de los pequeños pescadores y el mantenimiento de su reputación de sostenibilidad, ganada a pulso. El mar siempre ha sido una fuente de vida para las comunidades costeras de Tailandia. Que pueda seguir siéndolo dependerá de las reformas que se lleven a cabo.