Mijaíl Kavelashvili prestó juramento presidencial. Salomé Zurabishvili dijo que abandonaría el palacio presidencial, pero calificó la toma de posesión como una "parodia".
PUBLICIDADMijaíl Kavelashvili, elegido presidente del país por el Colegio Electoral controlado por el Sueño Georgiano, ha prestado juramento. La ceremonia de investidura, que duró aproximadamente media hora, tuvo lugar en el edificio del Parlamento.
Durante su discurso de investidura, Kavelashvili dijo que espera la pronta restauración de la integridad territorial de Georgia. "A cada uno de nosotros nos duele especialmente la herida infligida por los enfrentamientos impuestos por algunos, que nos han distanciado de nuestros hermanos y hermanas abjasios y osetios, con quienes convivimos durante siglos, hicimos juntos la historia de Georgia, defendimos hombro con hombro nuestra patria de los enemigos exteriores y escribimos destacadas historias de amistad y amor", dijo Kavelashvili.
La quinta presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, calificó la toma de posesión de Kavelashvili de "parodia". Zurabishvili, la oposición y una parte significativa de los socios internacionales del país consideran ilegítimo el nuevo parlamento y, en consecuencia, al presidente.
Anteriormente, Zurabishvili afirmó que seguirá desempeñando las funciones de presidente incluso después del lunes, cuando Kavelashvili, según la Constitución, debería tomar posesión de su cargo. Al mismo tiempo, la jefa de Estado pronunció el domingo un discurso en el que dijo que abandonaría el palacio presidencial. "Me voy de aquí y me llevo conmigo la legitimidad, la bandera y vuestra confianza", dijo a sus partidarios. Zurabishvili también pidió a los ciudadanos y a las fuerzas políticas de la oposición que estuvieran preparados para las nuevas elecciones parlamentarias.
Continúan las protestas masivas en Georgia tras las últimas elecciones parlamentarias, en las que el partido gobernante Sueño Georgiano obtuvo la mayoría absoluta de los votos, según la CEC. La oposición discrepa de estos datos y acusa a las autoridades de falsificación. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que supervisó las elecciones, también los cuestionó.
"Los numerosos problemas señalados en nuestro informe final afectaron negativamente a la integridad de estas elecciones y minaron la confianza pública en el proceso", declaró el 20 de diciembre Eoghan Murphy, que dirigió la misión de observación electoral.