El escupitajo del obelisco ocupa un lugar preponderante en las celebraciones familiares de todo el país.
Con el tradicional horneado de obelias, improvisados festines, exquisitos platos y vino, los griegos de todo el mundo celebran la Pascua. Desde primera hora de la mañana, en todos los rincones del país se preparan espetos con cordero o cabrito, pero también con kokoretsi y kontosouvli.
La mesa de Pascua se "adorna" con huevos rojos y los de la familia aprovechan para masticar, bromear y celebrar la Resurrección del Hombre-Dios.
Los pueblos de todo el país se llenaron de gente, los centros urbanos se vaciaron, creando unas condiciones de vida ideales para los que permanecieron en ellos.
Las buenas condiciones meteorológicas del Domingo de Resurrección constituyeron el marco ideal para las festividades. Los deseos de todos de salud, alegría y felicidad dominaban el ambiente, con la esperanza de que se cumplieran.
En la medianoche del Sábado Santo, la gente inundó las iglesias con el "Cristo ha resucitado" para celebrar, como señaló el presidente de la República, Constantino Tasoulas, la victoria de la vida, la victoria de la luz, la victoria de la esperanza y la victoria del optimismo".