En vísperas de un Clásico crucial en la lucha por el título de Liga, la noticia de la marcha de Xavi Alonso al Bayer Leverkusen sigue fresca en la memoria de todos. Leyenda del Real Madrid, es ahora el favorito para regresar a la capital de España y suceder a Carlo Ancelotti.
El fútbol es unánimemente reconocido en Europa como el deporte más popular. Observado, escrutado y comentado. Cada fin de semana se siguen los campeonatos con singular fervor. A los jóvenes les apasiona, anhelan la gloria. Los más veteranos están apegados a él, contemplando las últimas semanas con una sensación de grandeza a medida que se suceden los resultados.
El aspecto mediático hace que los implicados en este deporte tengan el deber de dar ejemplo. Una tarea que parece cada vez más difícil de cumplir para muchos: violencia contra los árbitros, llamamientos al boicot, protestas reiteradas, acusaciones de corrupción... El fútbol que tanto apreciamos parece a veces afectado por síntomas inquietantes. Durante la temporada 2024 / 2025, un club en particular ilustró sus excesos una y otra vez: el Real Madrid.
Conocido en todo el mundo por sus victorias consecutivas en la Liga de Campeones, la temporada 2024 / 2025 del Madrid está teñida de una atmósfera especial. Mientras se adentra en las semifinales de la Copa de Europa sin su presencia, el club de la capital española parece estar llamando la atención por algunos inquietantes comportamientos extradeportivos.
La llegada de Kylian Mbappé en el verano de 2024 y las grandes actuaciones del brasileño Vinicius Junior durante la temporada anterior hacían presagiar un nuevo año lleno de esperanza. Sin embargo, en mayo de 2025, no fueron los resultados los que dieron que hablar, sino los numerosos excesos del club.
Como antiguo jugador del Olympique Lyonnais y actual jugador y entrenador del FC Villefranche Beaujolais, este comportamiento me afecta directamente. A lo largo de mi formación, los principios de respeto, humildad, compromiso y excelencia estuvieron en el centro de los discursos. No puedo evitar preguntarme, una vez alcanzado el nivel profesional, ¿qué queda?
Mal perdedor
Todo empezó el pasado mes de octubre con la tradicional celebración del Balón de Oro. La victoria de Rodri fue mal vista en Madrid. Tal fue la incomprensión y el descontento que ni un solo miembro de la delegación madrileña acudió a la entrega del trofeo.
Elegido mejor club masculino del año, parece molesto por la victoria del español en el Balón de Oro y somete a Football a una presión considerable. ¿Mal perdedor? ¿Se siente desairado? El Real Madrid da la imagen de un club perturbado por la derrota. Peor aún, un club que cuestiona las decisiones tomadas por instancias externas. Desde entonces, el club ha luchado por mantener el nivel de juego de años anteriores. En mayo de 2025, el subcampeón de Liga seguía aspirando al título.
Más allá del club, los aficionados parecen creer que la corrupción juega en su contra. Aunque se han disputado varios clásicos, todos ganados por el Barcelona, la final de la Copa del Rey ha dejado un sabor amargo en la boca de los aficionados madridistas.
Las hostilidades comenzaron a mediados de semana, cuando el árbitro Ricardo de Burgos Bengoetxea no pudo contener las lágrimas al expresar la presión a la que había sido sometido. El Real se apresuró a publicar un vídeo en el que cuestionaba la integridad del árbitro español.
El gran espectáculo de esta final se completó con algunas imágenes sorprendentes. Durante el partido se tomaron varias decisiones polémicas contra el Barcelona.
Y sin embargo, durante la prórroga, fueron los jugadores del Madrid los que entraron en barrena. Las imágenes hablan por sí solas: protestas, violencia, ira y proyectiles lanzados al árbitro.
Fue unánime la opinión de que jugadores de tan alto calibre no podían expresar al mundo semejante desconexión. La victoria del Barça dio lugar a un final de partido épico, con numerosas expulsiones. La más destacada fue la del defensa alemán Antonio Rudiger, que lanzó proyectiles al árbitro.
Aparte del aspecto puramente deportivo, este comportamiento plantea verdaderas cuestiones éticas. ¿Cómo puede permitirse uno de los mejores equipos del mundo comportarse así ante los espectadores? El fútbol inspira y asombra cuando brilla. Sin embargo, estos excesos cada vez más recurrentes, como el arrebato de Paulo Fonseca (entrenador del OL), ilustran graves deficiencias. Cada vez vemos más comportamientos violentos hacia los árbitros y entre jugadores en las ligas de aficionados. Pero, ¿cómo podemos ser críticos si las máximas autoridades se esfuerzan por mantener la igualdad de condiciones?
¿Un marco viable? El Real Madrid y su presidente, Florentino Pérez, están jugando a un peligroso juego de presiones. Demasiado a menudo distorsionado en aras de intereses económicos, el fútbol tiende hacia lo peor en detrimento de lo mejor. La cuestión no es si habrá más excesos, sino cuándo. Las sanciones tendrán que ser duras y las autoridades superiores tendrán que atenerse a una palabra común de respeto. El fútbol pertenece a los aficionados, y si se viola el respeto, pierde su esencia: el juego.
Personalmente, me cuesta aceptar que uno de los clubes más grandes del mundo esté en el centro de este tipo de polémicas. Creo que es deber de todos cultivar un respeto inquebrantable. El fútbol se nutre de personas: entrenadores, jugadores, directivos, espectadores. Estoy convencido de que es necesario un sentido del deber recíproco para dar la vuelta a un deporte que tiende a desvirtuarse.
Desde hace dos años, escribo un relato sobre mi formación deportiva en el Olympique Lyonnais y mi emancipación literaria. A lo largo del relato, intento descifrar, con un enfoque humano, un entorno que tiende al individualismo. Intento, paso a paso, recordar la necesidad de una consideración mutua entre los actores del fútbol. Hago hincapié en el poder del respeto, la transmisión y la solidaridad.