En Hungría y Eslovaquia se han notificado brotes de la enfermedad, que afecta sobre todo al ganado vacuno y de otro tipo.
A medida que aumenta en Europa la preocupación por la posible propagación de la fiebre aftosa, las granjas refuerzan las medidas de bioseguridad para proteger tanto al ganado como al sector agrario en general.
En Estonia, varias grandes explotaciones, como la de cabras Andri-Peedo, en Misso (condado de Võru), han tomado medidas proactivas para protegerse contra la introducción de la enfermedad. Andri-Peedo, situada justo en la frontera entre Estonia y Letonia, ha colocado señales claras que prohíben cualquier visita a las instalaciones.
La granja Nopri, otra explotación agrícola clave, también ha optado por cerrar sus puertas a los visitantes. Nopri, junto con otras, ha decidido no participar en la jornada de puertas abiertas de este año, un acontecimiento anual que suele atraer a multitudes deseosas de conocer el funcionamiento interno de las granjas locales.
"El atractivo del agroturismo, mostrar a los consumidores el recorrido de sus alimentos del campo al plato, es poca cosa comparado con el riesgo y el miedo que conlleva una posible pandemia. Como hemos vivido la COVID-19 en todo el mundo, y (sabemos) lo rápido e incontrolable que pueden suceder las cosas, incluso la gente corriente puede entender y percibir el riesgo", explica Tiit Niilo, propietario de una granja en Estonia.
Las explotaciones de toda la región ya han puesto en marcha una serie de medidas de bioseguridad, incluidos protocolos mejorados en torno a la seguridad alimentaria, el movimiento del ganado y la higiene de los empleados.
A pesar de estas medidas, el Ministerio de Asuntos Regionales y Agricultura ha confirmado que la jornada de puertas abiertas se celebrará según lo previsto. Sin embargo, sigue sin saberse con certeza si el ganado vacuno, caprino y ovino participará en los festejos, ya que su participación depende de la amenaza de enfermedad y de las evaluaciones de bioseguridad en curso.
Mientras tanto, en la República Checa, el Gobierno ha impuesto controles estrictos en la frontera con Eslovaquia, donde se han registrado seis brotes de la enfermedad. Los camiones que transportan animales, productos animales o piensos sólo pueden cruzar por tres puntos fronterizos designados, lo que provoca largas colas y retrasos. En el paso fronterizo de Brodské-Břeclav, uno de los más transitados, se han producido atascos de 17 kilómetros, con retrasos de hasta 40 minutos para los camiones.
Estos controles fronterizos, aunque necesarios, han provocado trastornos, sobre todo para los transportistas, ya que trabajan para garantizar que la enfermedad no cruce a la República Checa desde Eslovaquia. Aunque el país no ha confirmado ningún caso de fiebre aftosa dentro de sus fronteras, la amenaza procedente de Eslovaquia, que ha rastreado sus brotes hasta Hungría, sigue siendo importante.
Se espera que durante toda la semana se sigan intensificando los controles, lo que causará algunas molestias, pero garantizará que se minimice el riesgo de propagación de la enfermedad. A medida que aumenta la amenaza de la fiebre aftosa, tanto los ganaderos como las autoridades gubernamentales y los transportistas trabajan al unísono para mitigar su propagación.