La política se promulgó en 2022 en un intento de reducir la tasa de obesidad de Inglaterra, pero los investigadores afirman que las etiquetas de los menús pueden tardar más tiempo en marcar la diferencia.
Resulta que saber que una hamburguesa de comida rápida tiene 700 calorías no es un problema para los hambrientos británicos, según un nuevo estudio sobre las normas de etiquetado de menús. Desde 2022, las grandes cafeterías, restaurantes, pubs y locales de comida rápida de Inglaterra están obligados a añadir etiquetas con las calorías en sus menús, en un intento de frenar la tasa de obesidad del país, que se sitúa en el 26,2% de los adultos.
Comer fuera de casa con frecuencia se asocia a la obesidad, que a su vez está relacionada con la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y varios tipos de cáncer. La idea que subyace al etiquetado de los menús es que si los clientes saben lo poco saludables que son algunos alimentos, es más probable que cambien sus hábitos alimentarios.
Pero el nuevo estudio, publicado en la revista 'Nature Human Behaviour', sugiere que la política no ha funcionado como esperaban sus defensores. Tras su entrada en vigor, el número de calorías compradas y consumidas apenas varió. Investigadores de la Universidad de Liverpool y otras instituciones británicas visitaron 330 restaurantes antes y después de la entrada en vigor de la política y entrevistaron a casi 6.600 clientes.
Tras la entrada en vigor, la gente compró una media de 1.081 calorías por comida, un nivel equiparable a las 1.007 de antes de su promulgación. Asimismo, el consumo medio de calorías aumentó ligeramente, de 909 a 983 calorías. Los resultados fueron coherentes en todos los grupos de edad, sexo, etnia y nivel educativo.
Según Tom Sanders, catedrático emérito de nutrición y dietética del King's College de Londres, que no participó en el estudio, "esto respaldaría la opinión de que el etiquetado calórico por sí solo no motiva a la gente a cambiar sus hábitos alimentarios".
¿A quién han llegado las etiquetas calóricas?
La política parece haber tenido cierto impacto. Sólo el 16,5% de los encuestados dijo haber visto las etiquetas de calorías en el menú antes de la orden, frente al 31,8% después.
Sin embargo, las etiquetas no han calado necesariamente. La gente tendía a subestimar la cantidad de calorías que contenían sus comidas, independientemente de que tuvieran o no etiquetas en el menú, y sólo el 22% de los clientes que se fijaron en las etiquetas las utilizaron realmente a la hora de decidir qué pedir. Los adultos mayores, las mujeres y las personas con un nivel educativo más alto, que se utilizó como indicador del nivel socioeconómico, eran más propensos a fijarse en las etiquetas.
"Uno de los problemas del etiquetado calórico es que se limita a ofrecer números en una página, sin ningún contexto para que el público entienda lo que significan realmente los números a la hora de tomar decisiones sobre la comida", afirmó Amanda Daley, catedrática de Medicina Conductual y directora del Centro de Medicina y Conducta del Estilo de Vida de la Universidad de Loughborough (Reino Unido). Daley no participó en el estudio.
El estudio tiene algunas limitaciones. Los investigadores independientes señalaron que el hecho de que el estudio se realizara en 2022 y el carácter autodeclarado de los datos podrían haber afectado a los resultados. También señalaron que las etiquetas de los menús pueden tardar más tiempo en marcar la diferencia, dado que el análisis se realizó pocos meses después de que se añadieran las etiquetas.
Los expertos piden "intervenciones más contundentes"
Sarah Berry, catedrática de Ciencias de la Nutrición del King's College de Londres, que no participó en el estudio, afirmó que los resultados subrayan la "necesidad de intervenciones más contundentes para abordar los factores más generales que contribuyen a nuestro entorno alimentario poco saludable".
Por su parte, Megan Polden, autora principal del estudio e investigadora postdoctoral de la Universidad de Liverpool, señaló que el 20% de los restaurantes no cumplían las normas de etiquetado, y afirmó que algunos establecimientos podrían haber cambiado sus menús para ofrecer opciones más saludables como resultado de la política.
"Podría ser necesaria una combinación de estrategias, como la mejora de las medidas de cumplimiento por parte de las empresas, la educación pública sobre el consumo de calorías y un etiquetado más claro, para apoyar las opciones más saludables de los consumidores en el sector de la comida fuera del hogar", declaró Polden a 'Euronews Health'. El Gobierno del Reino Unido tiene previsto llevar a cabo su propia revisión de las normas de etiquetado de los menús antes de 2027.
El futuro del etiquetado alimentario europeo
El Reino Unido no es el único país que lucha por ofrecer a los consumidores más información sobre la calidad nutricional de sus comidas. Algunos países europeos (Alemania, España, Francia, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos, Suiza y Portugal) han adoptado voluntariamente el sistema Nutri-score, que asigna un código de colores a los alimentos en función de su valor nutricional.
Otros, como Italia, se han mostrado más escépticos de Nutri-Score, al que se opone el sector agroalimentario. También parece poco probable que sea una prioridad para los responsables políticos de la UE, después de que Olivér Várhelyi, que ha sido elegido como próximo jefe de Sanidad de la UE, sugiriera que "se debe seguir trabajando en el etiquetado de los alimentos" pero con las mínimas perturbaciones para la industria.