La violencia de la noche a la mañana es la más mortífera en Siria desde que Bashar al-Assad fue derrocado en una ofensiva relámpago en diciembre por rebeldes liderados por islamistas.
Más de 230 personas han muerto y decenas han resultado heridas en enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad sirias y combatientes vinculados al derrocado líder Bashar al Assad, según un monitor de guerra. Las nuevas autoridades sirias enviaron importantes refuerzos de seguridad durante la noche a las ciudades de Latakia y Tartus, en el noroeste del país, en un intento por controlar la situación, informaron los medios de comunicación estatales. La región costera es el corazón de la secta minoritaria alauita de Al-Assad, y sigue siendo una base de apoyo para el expresidente del país.
La violencia del jueves fue la peor desde que Al-Assad fue desalojado del poder a principios de diciembre por grupos insurgentes liderados por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham, o HTS. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Reino Unido, dijo que 35 de las fuerzas estatales, 32 combatientes leales a Al-Assad y cuatro civiles murieron, y que decenas de personas resultaron heridas. 'Euronews' no ha podido verificar de forma independiente el número de muertos.
Los enfrentamientos comenzaron cuando las fuerzas gubernamentales sufrieron una emboscada de varios grupos de milicianos alineados con Al-Assad durante una operación de seguridad en Latakia, según el jefe de seguridad de la provincia, teniente coronel Mustafa Kunaifati. El coronel Hassan Abdul Ghani, miembro del Ministerio de Defensa, lanzó una advertencia a los leales a al-Assad en Latakia.
"Miles han optado por entregar las armas y regresar con sus familias, mientras que algunos insisten en huir y morir en defensa de asesinos y criminales", declaró a los medios estatales. "La elección es clara: depongan las armas o afronten su inevitable destino". Desde el derrocamiento de Al-Assad, se han producido algunos ataques contra de la secta alauita, aunque el nuevo gobierno de transición, dirigido por el presidente interinoAhmed al Sharaa, se ha declarado contrario al castigo colectivo o la venganza sectaria.
Los de esta minoría habían ocupado altos cargos en el país, principalmente en los organismos militares y de seguridad- hasta la caída de Al-Assad. El Gobierno de Damasco ha culpado a los leales a Al-Assad de llevar a cabo ataques en las últimas semanas contra las fuerzas de seguridad. El viernes por la mañana, un gran número de tropas gubernamentales se desplegaron en Latakia, donde se ha impuesto el toque de queda en la ciudad y otras zonas costeras.
Las fuerzas de seguridad declararon que se habían producido algunos enfrentamientos en un barrio, pero que la mayor parte de la ciudad estaba en calma y bajo control gubernamental. Cerca de allí, en la región costera, las afueras de las localidades de Baniyas y Jableh siguen bajo control de los leales a Al-Assad, según Rami Abdurrahman, jefe del Observatorio Sirio de Derechos Humanos. La ciudad natal del ex presidente, Qardaha, y varios pueblos alauitas cercanos también están fuera del control del gobierno, añadió.
Los nuevos gobernantes de Siria también se enfrentan a un problema de seguridad en el sur del país, donde las autoridades han informado de que al menos 15 personas murieron en violentos enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y grupos armados a principios de esta semana.