14 años después de la revolución, Siria sigue sumida en el conflicto, el declive económico y los desplazamientos forzosos. En marzo de 2025, la declaración constitucional de Al Sharaa desató la polémica al definir la jurisprudencia islámica como fuente de legislación y religión del jefe del Estado.
El 15 de marzo de 2011, los sirios salieron a la calle en la ciudad de Daraa en unos acontecimientos que marcaron el inicio de un levantamiento popular contra el régimen del presidente Bashar al Assad. Estas protestas pacíficas se convirtieron rápidamente en un conflicto sangriento, con una escalada de violencia y la aparición de facciones armadas, incluidos grupos extremistas.
Los actores internacionales se implicaron en el conflicto, convirtiendo a Siria en escenario de complejos conflictos regionales e internacionales. Hoy, 14 años después, el país ha experimentado transformaciones fundamentales en los planos político, económico y social, la última de las cuales ha sido la firma de la nueva declaración constitucional por el presidente del Gobierno interino, Ahmad Al Sharaa, que redefine los contornos del futuro Estado sirio.
De las protestas al conflicto armado
La revolución siria comenzó con reivindicaciones de reformas democráticas, pero se convirtió en violencia extrema por parte del régimen y de diversos grupos armados que lucharon por todo el territorio sirio de norte a sur. El país se dividió entre zonas controladas por el régimen, zonas controladas por la oposición y zonas controladas por organizaciones extremistas como ISIS y al-Nusra, que se convirtió en Hayat Tahrir al-Sham bajo el liderazgo de Abu Mohammad Al Joulani (actualmente Ahmad Al Sharaa), antes de que su influencia disminuyera como consecuencia de las intervenciones internacionales.
Con la intervención rusa en 2015, seguida de la libanesa Hezbolá y otros grupos armados, el régimen sirio recuperó el control de la mayoría de las zonas que estaban bajo el control de la oposición armada, beneficiándose de la cobertura aérea rusa y del apoyo militar iraní. Sin embargo, la guerra no se ha resuelto del todo.
Aún quedan zonas fuera del control de Damasco, especialmente en el norte de Siria, donde se encuentran las facciones de la oposición apoyadas por Turquía en Idlib y la campiña de Alepo (noroeste) y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) apoyadas por Estados Unidos en el este.
La situación económica: Colapso sin precedentes
En los últimos años, la economía siria ha estado en un constante estado de colapso, con la libra siria perdiendo más del 99% de su valor desde 2011. La vida cotidiana de un ciudadano sirio se convirtió rápidamente en un auténtico sufrimiento debido a la inflación masiva, la falta de poder adquisitivo y los constantes cortes de electricidad y agua.
Los precios de los alimentos se han disparado y más del 90% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Las sanciones occidentales, la gestión de la economía por parte del régimen y la falta de inversiones también han contribuido a empeorar la situación, mientras que los esfuerzos rusos e iraníes por apoyar al régimen no han aportado soluciones eficaces para salvar la economía.
Por otra parte, el desplazamiento forzoso de la población, ya sea a través de operaciones militares o del estrangulamiento económico, ha provocado importantes cambios demográficos. Millones de personas han huido del país, y la crisis de los refugiados se ha convertido en una de las mayores crisis humanitarias de los tiempos modernos.
Los sirios en la diáspora se enfrentan a problemas legales y sociales en los países de asilo, en medio de una creciente presión para que regresen a su país a pesar de la falta de garantías de seguridad, incluso tras la caída del régimen. El país ha sido testigo de violencia de carácter sectario, con militantes islamistas que han tomado el control del Gobierno, con el país no totalmente estabilizado en el plano de la seguridad y con grupos armados no oficiales que siguen siendo capaces de cometer actos violentos contra los ciudadanos del país por motivos de venganza, sectarios o étnicos.
Desplazamiento continuado y presión internacional
Con una guerra brutal que duró casi 14 años, el caso de los desplazados sirios se ha convertido en uno de los más complejos. El número de refugiados sirios ha alcanzado más de 6,5 millones, repartidos en Turquía, Líbano, Jordania y Europa, mientras que los desplazados dentro de Siria sufren condiciones humanitarias catastróficas.
A pesar de la presión ejercida por algunos países para que los refugiados regresen, la ausencia de un acuerdo político global que restablezca la estabilidad y la seguridad, así como la falta de servicios básicos, hacen casi imposible su retorno. Las Naciones Unidas y las organizaciones de derechos humanos siguen advirtiendo contra la devolución de refugiados a Siria sin garantías reales para su seguridad, pero muchos gobiernos, especialmente en Europa y Turquía, están avanzando hacia la imposición de medidas estrictas a los sirios, obligándoles a regresar forzosamente o deportándoles gradualmente.
La declaración constitucional establece la jurisprudencia islámica
El 13 de marzo de 2025, mientras continuaba la inestabilidad, Ahmad Al Sharaa, presidente interino de Siria, anunció la firma de la "declaración constitucional" que define el marco general del nuevo sistema político en Siria, en un intento de establecer una base legal para el período de transición.
La declaración suscitó una amplia controversia debido a su inclusión de un artículo que establece que la jurisprudencia islámica será la principal fuente de legislación en el país, además de especificar el Islam como religión del jefe del Estado. Los defensores de la declaración sostienen que refleja la identidad de la sociedad siria y preserva los valores religiosos imperantes, mientras que otras partes, especialmente los movimientos laicos y las minorías religiosas, se oponen a ella, argumentando que perpetúa el carácter religioso del Estado en lugar de construir un sistema civil integrador.
En el ámbito regional, algunos países han acogido con satisfacción la declaración como un paso hacia el fin del caos y el establecimiento de la estabilidad, mientras que otras potencias internacionales, como la Unión Europea, la consideran un obstáculo para la construcción de un Estado democrático y pluralista.
¿Hacia dónde se dirige Siria?
En el decimocuarto aniversario de la revolución siria, el país sigue sumido en una profunda inestabilidad. Aún no se ha alcanzado ningún acuerdo político real, mientras que la situación económica y social se deteriora día a día. Con la división política interna y las intervenciones externas, Siria permanece en una encrucijada entre la reconstrucción bajo la influencia de las potencias regionales e internacionales, o la continuación del caos en el que vive desde hace años.
Además de todo lo anterior, desde el 6 de marzo de 2025, el país ha sido testigo de violencia sectaria en la costa siria, en la que de las fuerzas de seguridad fueron inicialmente objetivo de grupos que respaldaban al antiguo régimen, y posteriormente las mismas fuerzas de seguridad y otros grupos respondieron cometiendo masacres que causaron la muerte de cientos de personas de la minoría alauita, de otras comunidades minoritarias y musulmanes suníes.
En relación con estos sucesos, Ahmed Al Sharaa formó un comité nacional de investigación para determinar responsabilidades con el fin de tomar las medidas punitivas necesarias contra los responsables de las violaciones, pero sus opositores afirman que el presidente de transición está siendo blando con los autores de estos crímenes, cuyas fotos de las matanzas han aparecido en las redes sociales, y que su propia istración habría dado muestras de respaldo a quienes incitaban a la violencia contra los alauitas y otras minorías religiosas.
Al mismo tiempo, Al Sharaa y el líder de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que representan a los kurdos en el este del país, firmaron un acuerdo histórico para integrar a los militantes y coordinar la istración política en la próxima fase, lo que aumenta las esperanzas de los sirios de que el país permanezca unificado frente a las tendencias separatistas que han aflorado en años anteriores.
La expansión israelí en el sur de Siria tras la caída del régimen de Al Assad es motivo de gran preocupación para los sirios. Las fuerzas israelíes han avanzado decenas de kilómetros y ocupado puntos estratégicos en el monte Hermón y en las provincias de Quneitra y Suwayda. Funcionarios israelíes han declarado que permanecerán allí indefinidamente y que protegerán a la minoría drusa, que constituye la mayoría de la población en Sweida y el Golán sirio ocupado.
La falta de estabilidad, la difícil situación económica, la continua incursión israelí, las decenas de incursiones dirigidas contra los bienes del disuelto Ejército sirio y los de las fuerzas armadas sirias, la tensión social interna y la preocupación por las orientaciones de los primeros pasos de los nuevos dirigentes aumentan los temores sobre el futuro de Siria, tras 14 años de sufrimiento, dolor y destrucción, y millones de muertos, heridos, y desplazados.
El país recorre un camino muy tortuoso y avanza sobre un delgado hilo entre los incendios regionales, los vientos de las ambiciones extranjeras y las preocupaciones internas, mientras su pueblo sigue aspirando a la libertad y la dignidad por las que marchó hace 14 años.