'Mil Cortes', de Sujata Setia, es un proyecto artístico poderoso y profundamente personal que explora la realidad oculta del maltrato doméstico en las comunidades sudasiáticas del Reino Unido.
¿Qué hace falta para convertir un trauma personal en una profunda obra de arte? Para la artista británica de origen indio Sujata Setia, la respuesta está en la vulnerabilidad, la resistencia y la colaboración. El año pasado, los Sony World Photography Awards celebraron su proyecto 'Mil Cortes', una exploración profundamente íntima del maltrato doméstico en la cultura del sur de Asia. El proyecto, que recibió el máximo galardón en la categoría de Creatividad de Sony, cobró vida gracias a la colaboración con SHEWISE UK, una organización benéfica que apoya a los supervivientes de las comunidades del sur de Asia y Oriente Medio.
A través de retratos estilo boda de una belleza sobrecogedora y con la singular intervención artística de hacer cortes en las imágenes, Setia capta las historias de 21 supervivientes a la vez que se inspira en sus propias experiencias vividas. Su obra no sólo pone de relieve la epidemia silenciosa de abusos, sino que también cuestiona las normas culturales que los perpetúan.
"Las mujeres han sido oprimidas intelectualmente durante generaciones, y liberarse de esa opresión es increíblemente difícil. El silenciamiento es muy profundo. Culturalmente, se nos educa para creer que la resistencia es una fortaleza y que debemos soportar las cargas en silencio", explica a 'Euronews Culture'. Nos sentamos con Setia para hablar de su proceso de creación de este inquietante y bello proyecto y de lo que espera que consiga.
'Euronews Culture': Háblenos de su proyecto 'Mil cortes'.
Sujata Setia: 'Mil cortes' es un estudio sobre el maltrato doméstico en la cultura del sur de Asia. Es un trabajo interdisciplinar creado a partir de entrevistas con 21 supervivientes de abusos domésticos en el sur de Asia, todas ellas residentes en el Reino Unido. El proyecto se basa no sólo en mis propias experiencias personales, sino también en las conversaciones que he mantenido con estas supervivientes. Incluye retratos con intervenciones artísticas.
¿Cuándo empezó a crear este proyecto o a desarrollar la idea?
Soy fotógrafa desde hace más de una década, y creo que siempre he querido crear esta obra. Como ya he dicho, este proyecto nace de mis experiencias personales. Fui testigo de abusos domésticos mientras crecía, y siento que todo lo que he hecho en mi carrera artística me ha llevado hasta este punto.
Realmente empecé a trabajar en él en 2019, tras el fallecimiento de mi madre. Ese fue el momento en que sentí la necesidad de abordar y poner fin al trauma que experimenté durante mi infancia. Alrededor de 2021-2022, me puse en o con una organización benéfica con sede en el Reino Unido llamada SHEWISE UK, que trabaja específicamente con supervivientes de abusos del sur de Asia y Oriente Medio.
Les conté mi idea y les expliqué que quería crear una serie, pero que no estaba segura de adónde me llevaría porque nunca había trabajado con narrativas de abuso en mi arte. Tampoco había colaborado nunca con participantes que quisieran permanecer en el anonimato, lo que suponía un reto importante. Cuando empecé, no tenía una visión clara de hacia dónde iría este proyecto, pero ha evolucionado gracias a esa incertidumbre.
¿Por qué cree que gran parte de los malos tratos domésticos, sobre todo en el sur de Asia, permanecen ocultos o no se denuncian?
El maltrato doméstico es, por desgracia, el delito más extendido y del que menos se habla. Por ejemplo, las estadísticas de la ONU que afirman que una de cada tres mujeres ha sufrido malos tratos domésticos son, en realidad, sólo una conjetura: no reflejan toda la magnitud del problema. Por mi experiencia personal, creo que esta falta de denuncias se debe al inmenso estigma y la vergüenza que conlleva hablar de malos tratos. Las mujeres han sido oprimidas intelectualmente durante generaciones, y liberarse de esa opresión es increíblemente difícil. El silenciamiento es muy profundo.
Culturalmente, se nos educa para creer que la resistencia es una fortaleza y que debemos soportar las cargas en silencio. También está el peso de las expectativas sociales, esta carga de pureza que se impone a las mujeres, que hace aún más difícil hablar. Cada vez que nos planteamos hablar de nuestros abusos, esta creencia arraigada de que tenemos que ocultarlos se interpone en nuestro camino.
¿Cuáles fueron los primeros pasos que dio para conectar con las supervivientes y comprenderlas?
Este proyecto ha estado en mi mente durante muchos años. Crecí siendo testigo de malos tratos domésticos y siempre he pensado que, como artista, mi principal deber es ayudar a romper el ciclo, si no para todos, al menos para mi hija.
Cuando empecé a crear esta obra, quería que fuera lo bastante sencilla para que mi hija de diez años la entendiera. Creo que es a través de los niños como podemos iniciar estas conversaciones y normalizarlas. Sin embargo, me enfrenté a un gran reto: soy fotógrafa de retratos y me gusta transmitir emociones a través de los rostros de las personas.
Cuando conocí a las supervivientes a través de la organización benéfica SHEWISE UK, todas expresaron su preferencia por no revelar su identidad. Las razones variaban. Algunas se encontraban en una fase de su trauma en la que el dolor se sentía demasiado crudo para compartirlo públicamente. Otras sentían que ya habían superado su trauma y no querían asociarlo con su identidad actual. Algunos seguían inmersos en batallas legales. Cada uno se encontraba en una fase diferente de curación, lo que supuso un reto para mí como artista.
Para superarlo, pasé por varias iteraciones artísticas. Empecé realizando entrevistas en grupo con los supervivientes. Recuerdo una sesión en una iglesia de Hounslow (Inglaterra) en la que nos sentamos cogidos de la mano. Las únicas normas eran que nadie podía interrumpir ni juzgar a nadie. Y creo que la conversación duró unas cinco horas, sin que nadie se detuviera. Había pañuelos por todas partes.
Tras los debates en grupo, me senté con cada superviviente para profundizar en sus historias. Exploré sus historias, sus infancias y sus antecedentes culturales, tratando de entender cómo su educación y sus experiencias pasadas moldearon los patrones de abuso en sus vidas.
¿Cómo surgieron los elementos fotográficos y creativos?
Para el componente fotográfico, decidimos organizar sesiones fotográficas de celebración con cada superviviente. Estas sesiones tenían un sentido dual: hacían referencia al día en que se casaron, un día de celebración para todos los demás, pero a menudo de profunda pérdida para ellas, ya que marcaba el comienzo de su falta de elección. Al mismo tiempo, las fotos celebraban su resistencia y el hecho de que habían sobrevivido y superado el trauma.
Las sesiones fotográficas tenían una estética 'vintage', utilizando película en blanco y negro para evocar la sensación de las antiguas fotografías de boda. Se invitaba a las supervivientes a vestir lo que les hiciera sentirse bien consigo mismas. Yo también les proporcionaba esa ropa, una vez más, para ocultar su identidad. Después de los rodajes, elegimos en colaboración las imágenes con las que se sentían más conectadas. Y además, las imágenes cuando yo empezaba a hacer los cortes.
¿Qué representan los cortes?
Lo que encontré en común a través de la conversación fue que cada superviviente, a través de su trauma, está completamente desgarrado por dentro. Este desgarro interno, y la forma en que el trauma puede propagarse de generación en generación, surgió repetidamente en las entrevistas. Quería captar y transmitir esa sensación de desgarro a través de la obra.
Para ello, tomé la metáfora del desgarro y la apliqué literalmente a las impresiones. No soy una fotógrafa rica, así que imprimí las imágenes en casa, en hojas A4, con mi impresora. Después hice cortes en las copias con un cuchillo. Hacer esos cortes fue un proceso profundamente personal y transformador para mí. Me permitió encarnar la energía del agresor, explorar qué lleva a alguien a causar tanto daño. Al fin y al cabo, esa es la raíz del problema. Al hacer los cortes, me di cuenta de que el acto en sí era casi rítmico, como una forma de meditación. Entré en un estado de trance y el proceso se volvió inquietante y revelador. Al principio, tenía en mente un concepto basado en la trayectoria vital del superviviente. Pero al empezar a cortar, el concepto me abandonaba por completo y los cortes cobraban vida propia. La obra se transformaba en algo que yo no había previsto.
Casi sentí que eso era lo que experimentaba el autor. El regocijo que puede sentir un agresor al herir a alguien tan profundamente. Que la alegría de herir a alguien tan profundamente es tan estimulante que sigues hiriendo a alguien. Sigues hiriendo a alguien hasta que ni siquiera tú te das cuenta en lo que se ha convertido esa persona o en lo que has acabado convirtiéndote tú mismo.
¿Qué significa el color rojo con el que ha decidido trabajar?
El color rojo significa mucho en la cultura del sur de Asia. Tradicionalmente, una mujer viste de rojo el primer día de su boda. Al mismo tiempo, el rojo es también el color de la ira. Es el color de la pérdida. Es el color del dolor y de la muerte. Pero también es el color del amor, del renacimiento y de la fuerza.
¿Cuál ha sido la mayor revelación durante la realización de este proyecto?
La mayor revelación para mí, como artista y como ser humano, fue enfrentarme a mis propias suposiciones. Pensaba que, debido a mis experiencias personales, me acercaría a estas historias con una mente abierta, sin juzgarlas. Pero durante las conversaciones con los supervivientes, a menudo sentía una ira aguda: ¿por qué permitían que esto les sucediera una y otra vez? Hubo momentos en los que quise abrazarlos y sacudirlos para decirles que se estaban autosaboteando.
Después de estas conversaciones, me alejaba, dándome cuenta de hasta qué punto mis reacciones estaban ligadas a mi propia historia. Estaba contando una historia que había vivido a través de mi madre, no la mía, y cada interacción me devolvía la frustración que sentía de niña. Al crecer, quería desesperadamente sacar a mi madre de su relación, pero ella no podía irse. En esos momentos con los supervivientes, a menudo tenía la sensación de estar hablando con un reflejo de ella.
A lo largo del proceso de realización de este proyecto, ¿te ha ayudado a procesar tu propia historia?
Muchísimo. Muchísimo. Quiero decir que desde que empecé este trabajo hasta ahora, soy una persona completamente diferente. Absolutamente. Ni siquiera reconozco a la mujer que era hace dos años y medio o tres: alguien que tomaba medicación para la depresión y luchaba por procesar su trauma. La muerte de mi madre fue como reabrir una caja de Pandora. Este proyecto, sin embargo, me ha enseñado a dar un paso atrás y a mirarme a mí misma y a mi trauma como lo haría una persona ajena, a examinar realmente los patrones de mi vida y a entender cómo se pueden detener esos patrones.
¿Cuál espera que sea la repercusión de este proyecto, sobre todo a la hora de concienciar y animar a otros a hablar de sus propios traumas?
Este proyecto es un pequeño esfuerzo, para ser sincera. Como artista, no soy demasiado optimista sobre los cambios inmediatos que puede aportar el arte. En realidad, no hay un camino claro y lineal entre el arte y el cambio social... Pero aun así, los pequeños esfuerzos importan, y cada uno de nosotros debe contribuir en la medida de sus posibilidades.
Este trabajo se ha compartido en exposiciones de todo el mundo, y estoy increíblemente agradecido a los Sony World Photography Awards por haberlo difundido. No puedo decir cuántas personas han interactuado con este trabajo y han iniciado conversaciones. Algunas incluso me han confiado que ver el proyecto les permitió revelar sus propias historias por primera vez.
Esa idea de hacer de las conversaciones en torno al maltrato doméstico un tema tan espantoso, o que da miedo, o feo, que hay que eliminar de la sociedad. Es una conversación normal. Cuanto más normalizada esté esta conversación, más fácil será para la gente salir y hablar de ello. Esperemos que tenga un impacto a largo plazo cuando más artistas empiecen a hablar de esto y más gente salga y hable de estos temas.