Los resultados sugieren que los investigadores pueden participar en protestas sin comprometer su credibilidad.
¿Qué te parecería ver a alguien con una bata blanca de laboratorio en una protesta contra el cambio climático? Según un nuevo estudio publicado en la revista 'Royal Society Open Science', este tipo de activismo por parte de los científicos tiene menos impacto en el públicode lo que cabría esperar.
La desobediencia civil de los científicos ha aumentado en los últimos años. Scientist Rebellion, grupo de acción por el clima y organización hermana de Extinction Rebellion, opera en más de 30 países. Los científicos han participado en acciones como el bloqueo de carreteras, minas de carbón y aviones privados en un esfuerzo por movilizar a la opinión pública y ejercer presión política y económica sobre las empresas contaminantes. Pero hasta ahora no se había evaluado realmente el impacto que este tipo de compromiso tiene en el público y en la credibilidad de sus investigaciones.
"Los académicos estamos perfectamente situados para emprender protestas", afirma Scientist Rebellion. "Tenemos conocimiento y experiencia; estamos bien conectados en todo el mundo y con los responsables de la toma de decisiones; tenemos grandes plataformas desde las que informar, educar y reunir a otros en todo el mundo, así como autoridad y legitimidad implícitas, que son la base del poder político". Sobre esta base, desde dentro de la comunidad se han hecho llamamientos para que más científicos "salgan de los laboratorios y se echen a la calle".
Pero, ¿se están ganando al público? Para averiguarlo, los investigadores Fabian Dablander, Maien Sachisthal y Adam Aron -empleados en universidades de Países Bajos y Estados Unidos- encuestaron a casi 3.000 personas de todo el espectro político estadounidense. El equipo utilizó un estudio de tres casos sobre una marcha legal y una acción de desobediencia civil: un escenario en el que un científico acudía a ambas, otro en el que el científico solamente participaba en la protesta y un tercero en el que solo participaban ciudadanos de a pie.
A continuación, la encuesta evaluó la reacción de los ciudadanos ante la política climática, su apoyo a los activistas, la radicalidad percibida de la protesta, la fiabilidad de las ciencias ambientales en general y del científico manifestante en particular. Los investigadores constataron que el apoyo a la política se mantenía invariable tanto si participaban científicos como si no. En cambio, los activistas recibían más apoyo cuando participaban en una marcha legal que en una de desobediencia civil. La implicación de los científicos medioambientales no parecía influir ni en su fiabilidad ni en la credibilidad de la ciencia medioambiental en general.
¿Y qué dicen los científicos?
Sin embargo, los firmantes del estudio incorporan en sus conclusiones una oda al poder colectivo, bajándole los humos a los investigadores. "Los científicos que [participan en acciones contra el cambio climático] no deben sobrestimar su influencia. Por sí sola, la participación en protestas como científicos puede tener menos impacto en el público de lo que a uno le gustaría creer", añaden. Pero precisamente porque todo apoyo suma, muchos científicos medioambientales creen que es importante continuar su trabajo tanto dentro como fuera del laboratorio, contribuyendo al potencial de la resistencia civil no violenta para catalizar el cambio. Algunos de los que protestan con Scientist Rebellion están dispuestos, incluso, a arriesgarse a ser detenidos por la causa. En la actualidad, la organización tiene una lista de decenas de científicos de toda Europa, sobre todo de Alemania, que están siendo juzgados.
"Los científicos que salen a la calle envían un mensaje importante y muestran a los activistas que el consenso científico está de su parte. Sin embargo, no es suficiente. Necesitamos la acción de toda la sociedad", afirma Marthe Wens, catedrática adjunta de Agua y Riesgos Climáticos del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Libre de Ámsterdam. "Creo plenamente que la participación de los científicos en las protestas por el clima es crucial y puede ser eficaz para impulsar el cambio del sistema", añade Blessed Chidhoni, responsable de la Dirección de Acción por el Clima de Afrinype. "Aunque el impacto de las protestas por sí solas puede ser limitado, la combinación de conocimientos científicos y activismo público es una fuerza poderosa para impulsar cambios políticos e inspirar la acción colectiva".
Chidhoni pone el ejemplo de las turberas de la cuenca del Congo, un ecosistema amenazado por el extractivismo. Los científicos han estado a la vanguardia de la concienciación sobre la importancia de proteger estas turberas para mitigar el cambio climático, afirma. Su participación en las protestas contra el cambio climático ha "humanizado el tema, haciéndolo más cercano y urgente para el público en general".