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Todo empez\u00f3 en 1972, cuando Suiza y la antecesor de la UE, la Comunidad Econ\u00f3mica Europea (CEE), celebraron su primer acuerdo de libre comercio sobre bienes industriales y productos agr\u00edcolas, que sigue en vigor hoy en d\u00eda. En 1990, el pacto se complement\u00f3 con otro que simplificaba los controles aduaneros y las formalidades comerciales. Dos a\u00f1os m\u00e1s tarde, Suiza solicit\u00f3 la apertura de negociaciones para ingresar en el bloque, que aun era la CEE. Pero el impulso de las negociaciones de adhesi\u00f3n se detuvo despu\u00e9s de que los votantes suizos rechazaran la adhesi\u00f3n al Espacio Econ\u00f3mico Europeo en un refer\u00e9ndum celebrado a finales de ese a\u00f1o. El rechazo marc\u00f3 un \u0022punto de inflexi\u00f3n clave\u0022 en las relaciones entre la UE y Suiza, dijo Paolo Dardanelli, profesor de Pol\u00edtica Comparada en la Universidad de Kent. 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A los ciudadanos suizos tambi\u00e9n les preocupa que la adhesi\u00f3n a la UE no sea compatible con su apreciado sistema de democracia directa. \u0022En Suiza se puede votar sobre cualquier cosa. Se pueden recoger firmas y votar sobre la modificaci\u00f3n de la Constituci\u00f3n y cualquier otro aspecto\u0022 de la pol\u00edtica, explica Dardanelli. \u0022Los suizos querr\u00edan formar parte de la UE desde el punto de vista econ\u00f3mico, pero no quieren formar parte de la UE desde el punto de vista pol\u00edtico\u0022, a\u00f1ade Laurent Goetschel, director del grupo de reflexi\u00f3n Swisspeace y profesor de Ciencias Pol\u00edticas en la Universidad de Basilea. \u00bfCu\u00e1l es el marco actual de cooperaci\u00f3n? Ante la negativa de Suiza a adherirse al bloque, la cooperaci\u00f3n se desarroll\u00f3 sobre la base de acuerdos ad hoc. En 1999, Suiza y la UE firmaron un paquete de siete acuerdos que abarcaban, entre otras cosas, la libre circulaci\u00f3n de personas. Esto daba a los ciudadanos de cada parte el derecho a vivir y trabajar en la UE o en Suiza, siempre que tuvieran un empleo u otras fuentes de ingresos. Otro conjunto de acuerdos sectoriales lleg\u00f3 en 2004, estableciendo la participaci\u00f3n de Suiza en el espacio Schengen sin fronteras de la UE. En total, existen actualmente m\u00e1s de 120 acuerdos entre Suiza y la UE. Estos acuerdos se aplican autom\u00e1ticamente a los nuevos Estados cuando ingresan en la UE, excepto el acuerdo sobre la libre circulaci\u00f3n de personas, que se renegocia con cada nuevo pa\u00eds. En este marco, la cooperaci\u00f3n ha prosperado. Suiza y la UE son socios econ\u00f3micos clave, con intercambios comerciales que ascienden a unos mil millones de euros cada d\u00eda laborable. Adem\u00e1s, Suiza es el cuarto socio comercial del bloque despu\u00e9s de China, Estados Unidos y el Reino Unido. Se calcula que el 25% de la poblaci\u00f3n activa de Suiza est\u00e1 formada por ciudadanos de la UE, de los cuales 343.809 son trabajadores transfronterizos \u00bfCu\u00e1les son los puntos conflictivos de la relaci\u00f3n? Las cuestiones relativas al estatuto de los trabajadores en relaci\u00f3n con la inmigraci\u00f3n son la principal fuente de tensiones entre Suiza y la UE. La rica naci\u00f3n presume de unos niveles salariales y una protecci\u00f3n social mucho m\u00e1s elevados que los de sus vecinos y recela del llamado \u0022dumping salarial\u0022, especialmente cuando los trabajadores transfronterizos est\u00e1n empleados en Suiza con contratos extranjeros, detalla Dardanelli.\u00a0 \u0022Suiza intenta proteger los salarios y las condiciones de trabajo de su mano de obra incluso con las llamadas 'medidas de acompa\u00f1amiento'\u0022. Mientras tanto, \u0022la UE quiere eliminarlas para crear unas condiciones de competencia equitativas\u0022, a\u00f1adi\u00f3 Dardanelli. 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As\u00ed que, legalmente, si se denuncia uno, los dem\u00e1s tambi\u00e9n caen\u0022.\u00a0 Se lleg\u00f3 a un compromiso para salvar la cara del Gobierno al tiempo que se salvaba la cooperaci\u00f3n con la UE, pero eso tambi\u00e9n signific\u00f3 que \u0022lo que la gente vot\u00f3 no se puso realmente en pr\u00e1ctica\u0022,\u00a0 El texto suavizado aprobado por el Parlamento suizo en 2016 daba prioridad a los nacionales en el mercado laboral y dificultaba a los empresarios la contrataci\u00f3n de ciudadanos de la UE. La fiscalidad y el secreto bancario, piedras angulares del poderoso sistema financiero suizo, estuvieron durante mucho tiempo entre los puntos conflictivos de la relaci\u00f3n. Pero estas cuestiones se han abordado mediante varios acuerdos durante los \u00faltimos a\u00f1os. En 2015, Berna y Bruselas firmaron un acuerdo sobre el intercambio autom\u00e1tico de informaci\u00f3n fiscal. 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Pero esas conversaciones se interrumpieron bruscamente el pasado mi\u00e9rcoles. Las negociaciones tropezaron esencialmente con la exigencia de la UE de que sus ciudadanos tengan pleno al mercado laboral suizo. Suiza se resiste a ello, alegando que podr\u00eda dar lugar a que los ciudadanos no suizos obtuvieran derechos de seguridad social. El de las empresas de la UE al mercado suizo fue otra \u0022patata caliente\u0022, sostiene Laurent Goetsche. Pero lo que predomin\u00f3 fue \u0022el escepticismo general sobre el acuerdo marco, que trataba de la adaptaci\u00f3n din\u00e1mica de la legislaci\u00f3n suiza a la evoluci\u00f3n legislativa de la Uni\u00f3n Europea, y tambi\u00e9n de un cierto papel del Tribunal de Justicia Europeo\u0022. Los suizos \u0022son al\u00e9rgicos a lo que llamamos jueces extranjeros\u0022, se\u00f1al\u00f3 el experto. Finalmente, \u0022el Gobierno lleg\u00f3 a la conclusi\u00f3n de que un tratado de este tipo no tendr\u00eda suficientes posibilidades en un refer\u00e9ndum popular\u0022, asegura Goetschel. Para Clive Church, profesor em\u00e9rito de estudios europeos en la Universidad de Kent \u0022esto me parece bastante interesante, porque los que se inclinan por Europa han sido durante a\u00f1os extraordinariamente optimistas sobre sus posibilidades de sacar adelante las cosas. Y ahora han cambiado de tono, creen que no pueden conseguirlo aunque algunas encuestas digan que el 64% apoyar\u00eda el tratado.\u00a0 As\u00ed que me parece que hay preocupaciones sobre la soberan\u00eda y hay preocupaciones sobre la gesti\u00f3n pol\u00edtica que subyacen a las cuestiones m\u00e1s emp\u00edricas\u0022.\u00a0 \u00bfQu\u00e9 es lo pr\u00f3ximo? Los dirigentes suizos afirmaron que el pa\u00eds esperaba seguir siendo un socio cercano del bloque de los 27.\u00a0 Pero la UE ha sugerido que la falta de normas comunes podr\u00eda hacer que Suiza perdiera su conexi\u00f3n \u0022privilegiada\u0022 con el bloque y que la falta de acuerdo estaba \u0022obstaculizando el de las compa\u00f1\u00edas a\u00e9reas suizas al mercado interior de la UE\u0022. Bruselas advirti\u00f3 adem\u00e1s que la cooperaci\u00f3n en el sector sanitario o el mercado laboral se ver\u00eda afectada. Seg\u00fan Goetschel,\u00a0 \u0022la UE tambi\u00e9n podr\u00eda ser m\u00e1s desagradable en otros \u00e1mbitos. As\u00ed, por ejemplo, podr\u00edan impedir que Suiza participe en el pr\u00f3ximo programa de investigaci\u00f3n Horizonte o permitirlo s\u00f3lo bajo ciertas condiciones que perjudicar\u00edan al pa\u00eds\u0022. .\u00a0 Con mayor optimismo Dardanelli considera que \u0022todav\u00eda hay mucha buena voluntad por ambas partes para encontrar una forma de avanzar.\u00a0 As\u00ed que imagino que, en cierta medida, esto es tambi\u00e9n un acto de prestidigitaci\u00f3n por parte de Suiza para tratar de se\u00f1alar a la UE que no quiere ser presionada en estos temas\u0022, se\u00f1alando que el pa\u00eds esperar\u00e1 que la UE se comprometa m\u00e1s. Pero el Brexit ha complicado a\u00fan m\u00e1s el panorama, seg\u00fan Dardanelli.\u00a0 Antes de que Gran Breta\u00f1a abandonara el bloque, \u0022la UE era bastante complaciente, pero debido al Brexit, est\u00e1 mucho m\u00e1s preocupada por hacer excepciones y crear nuevas lagunas que luego podr\u00edan ser explotadas\u0022. 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¿Cuál es el futuro de las relaciones entre la UE y Suiza tras la ruptura de negociaciones?

La presidente de la Comisión Europea Ursula Von der Leyen, y el presidente suizo Guy Parmelin en una cumbre en abril
La presidente de la Comisión Europea Ursula Von der Leyen, y el presidente suizo Guy Parmelin en una cumbre en abril Derechos de autor AP Photo
Derechos de autor AP Photo
Por Sandrine Amiel
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Bruselas y Berna rompieron las conversaciones el pasado miércoles, después de que el bloque exigiera al país centroeuropeo un acuerdo marco general.

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La Unión Europea rodea Suiza, una pequeña nación de 8,6 millones de habitantes situada en el corazón del continente. Aunque el pequeño país ha optado por permanecer fuera del bloque comunitario, ha mantenido una estrecha relación con los 27, que es con mucho su mayor socio comercial.

Aproximadamente dos tercios de las importaciones suizas proceden del bloque, mientras que la mitad de las exportaciones del país se dirigen a la UE. Se calcula que 1,4 millones de ciudadanos de la UE viven en Suiza, mientras que 450.000 suizos residen en países de la UE.

En las últimas décadas Berna y Bruselas han firmado más de un centenar de acuerdos, que abarcan desde la agricultura hasta la cooperación policial.

Entonces, ¿por qué el Gobierno suizo acaba de abandonar una negociación de siete años con la UE para modernizar las relaciones entre ambos países?

El fracaso de las conversaciones del pasado miércoles puede parecer una gran paradoja, teniendo en cuenta la amplitud y profundidad de la cooperación entre ambos Suiza y la UE, sus vínculos económicos y políticos, así como su proximidad geográfica y cultural.

¿Cuál es la historia de las relaciones entre la UE y Suiza?

Todo empezó en 1972, cuando Suiza y la antecesor de la UE, la Comunidad Económica Europea (CEE), celebraron su primer acuerdo de libre comercio sobre bienes industriales y productos agrícolas, que sigue en vigor hoy en día.

En 1990, el pacto se complementó con otro que simplificaba los controles aduaneros y las formalidades comerciales.

Dos años más tarde, Suiza solicitó la apertura de negociaciones para ingresar en el bloque, que aun era la CEE.

Pero el impulso de las negociaciones de adhesión se detuvo después de que los votantes suizos rechazaran la adhesión al Espacio Económico Europeo en un referéndum celebrado a finales de ese año.

El rechazo marcó un "punto de inflexión clave" en las relaciones entre la UE y Suiza, dijo Paolo Dardanelli, profesor de Política Comparada en la Universidad de Kent.

Según él, a partir de ese momento Suiza estaba "sola" y "tenía que encontrar un camino, un modus vivendi con la UE".

En 1997 y en 2001, las iniciativas populares federales sobre la apertura de negociaciones de adhesión a la UE contaron con la oposición de cerca de tres cuartas partes de los votantes suizos.

¿Por qué se opone Suiza a la adhesión a la UE?

El rechazo a la integración europea puede verse como la continuación de la larga tradición de neutralidad del país. En virtud de este principio, Suiza se abstuvo de participar, por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra Fría

Hoy en día, sin embargo, la neutralidad no es tan importante como antes, asegura Dardanelli a Euronews, y lo que predomina es un fuerte apego a la preservación de la soberanía nacional.

A los ciudadanos suizos también les preocupa que la adhesión a la UE no sea compatible con su apreciado sistema de democracia directa.

"En Suiza se puede votar sobre cualquier cosa. Se pueden recoger firmas y votar sobre la modificación de la Constitución y cualquier otro aspecto" de la política, explica Dardanelli.

"Los suizos querrían formar parte de la UE desde el punto de vista económico, pero no quieren formar parte de la UE desde el punto de vista político", añade Laurent Goetschel, director del grupo de reflexión Swisspeace y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Basilea.

¿Cuál es el marco actual de cooperación?

Ante la negativa de Suiza a adherirse al bloque, la cooperación se desarrolló sobre la base de acuerdos ad hoc.

En 1999, Suiza y la UE firmaron un paquete de siete acuerdos que abarcaban, entre otras cosas, la libre circulación de personas. Esto daba a los ciudadanos de cada parte el derecho a vivir y trabajar en la UE o en Suiza, siempre que tuvieran un empleo u otras fuentes de ingresos.

Otro conjunto de acuerdos sectoriales llegó en 2004, estableciendo la participación de Suiza en el espacio Schengen sin fronteras de la UE.

En total, existen actualmente más de 120 acuerdos entre Suiza y la UE.

Estos acuerdos se aplican automáticamente a los nuevos Estados cuando ingresan en la UE, excepto el acuerdo sobre la libre circulación de personas, que se renegocia con cada nuevo país.

En este marco, la cooperación ha prosperado. Suiza y la UE son socios económicos clave, con intercambios comerciales que ascienden a unos mil millones de euros cada día laborable.

Además, Suiza es el cuarto socio comercial del bloque después de China, Estados Unidos y el Reino Unido.

Se calcula que el 25% de la población activa de Suiza está formada por ciudadanos de la UE, de los cuales 343.809 son trabajadores transfronterizos

¿Cuáles son los puntos conflictivos de la relación?

Las cuestiones relativas al estatuto de los trabajadores en relación con la inmigración son la principal fuente de tensiones entre Suiza y la UE.

La rica nación presume de unos niveles salariales y una protección social mucho más elevados que los de sus vecinos y recela del llamado "dumping salarial", especialmente cuando los trabajadores transfronterizos están empleados en Suiza con contratos extranjeros, detalla Dardanelli. "Suiza intenta proteger los salarios y las condiciones de trabajo de su mano de obra incluso con las llamadas 'medidas de acompañamiento'".

Mientras tanto, "la UE quiere eliminarlas para crear unas condiciones de competencia equitativas", añadió Dardanelli.

Las tensiones sobre la libre circulación de trabajadores culminaron en 2014 con un referéndum popular. "Se sometió a votación una iniciativa para restringir la inmigración, que iba directamente en contra del acuerdo con la UE, y fue respaldada por un estrecho margen", señala Dardanelli. La maniobra enfureció a Bruselas, aunque la medida nunca llegó a aplicarse en su totalidad.

Uno de los problemas, según Dardanelli, es que "estos acuerdos están divididos en paquetes y que están vinculados entre sí. Así que, legalmente, si se denuncia uno, los demás también caen". Se llegó a un compromiso para salvar la cara del Gobierno al tiempo que se salvaba la cooperación con la UE, pero eso también significó que "lo que la gente votó no se puso realmente en práctica", 

El texto suavizado aprobado por el Parlamento suizo en 2016 daba prioridad a los nacionales en el mercado laboral y dificultaba a los empresarios la contratación de ciudadanos de la UE.

La fiscalidad y el secreto bancario, piedras angulares del poderoso sistema financiero suizo, estuvieron durante mucho tiempo entre los puntos conflictivos de la relación.

Pero estas cuestiones se han abordado mediante varios acuerdos durante los últimos años. En 2015, Berna y Bruselas firmaron un acuerdo sobre el intercambio automático de información fiscal. A partir de 2018, Suiza y cada Estado miembro de la UE comenzaron a intercambiar automáticamente datos bancarios.

Más allá de estos ámbitos políticos concretos, lo que Suiza quiere sobre todo es mantener su independencia y soberanía nacional. "Lo ideal es que la UE quiera que Suiza se adapte automáticamente a las normas y legislaciones que adopte la UE. A Suiza le resulta difícil hacerlo porque se siente como un simple Estado vasallo de la UE", explica Dardanelli.

¿Qué ha llevado al colapso de las conversaciones?

Las antiguas fricciones entre Suiza y la UE volvieron a entrar en juego durante las últimas negociaciones.

Durante mucho tiempo, la UE presionó a Suiza para que fuera más allá de los acuerdos de cooperación ad hoc e insistió en un acuerdo marco general, insistiendo en que hasta entonces no se podían firmar nuevos acuerdos bilaterales. Pero esas conversaciones se interrumpieron bruscamente el pasado miércoles.

Las negociaciones tropezaron esencialmente con la exigencia de la UE de que sus ciudadanos tengan pleno al mercado laboral suizo. Suiza se resiste a ello, alegando que podría dar lugar a que los ciudadanos no suizos obtuvieran derechos de seguridad social.

El de las empresas de la UE al mercado suizo fue otra "patata caliente", sostiene Laurent Goetsche.

Pero lo que predominó fue "el escepticismo general sobre el acuerdo marco, que trataba de la adaptación dinámica de la legislación suiza a la evolución legislativa de la Unión Europea, y también de un cierto papel del Tribunal de Justicia Europeo". Los suizos "son alérgicos a lo que llamamos jueces extranjeros", señaló el experto.

Finalmente, "el Gobierno llegó a la conclusión de que un tratado de este tipo no tendría suficientes posibilidades en un referéndum popular", asegura Goetschel.

Para Clive Church, profesor emérito de estudios europeos en la Universidad de Kent "esto me parece bastante interesante, porque los que se inclinan por Europa han sido durante años extraordinariamente optimistas sobre sus posibilidades de sacar adelante las cosas. Y ahora han cambiado de tono, creen que no pueden conseguirlo aunque algunas encuestas digan que el 64% apoyaría el tratado. Así que me parece que hay preocupaciones sobre la soberanía y hay preocupaciones sobre la gestión política que subyacen a las cuestiones más empíricas". 

¿Qué es lo próximo?

Los dirigentes suizos afirmaron que el país esperaba seguir siendo un socio cercano del bloque de los 27. Pero la UE ha sugerido que la falta de normas comunes podría hacer que Suiza perdiera su conexión "privilegiada" con el bloque y que la falta de acuerdo estaba "obstaculizando el de las compañías aéreas suizas al mercado interior de la UE".

Bruselas advirtió además que la cooperación en el sector sanitario o el mercado laboral se vería afectada. Según Goetschel, "la UE también podría ser más desagradable en otros ámbitos. Así, por ejemplo, podrían impedir que Suiza participe en el próximo programa de investigación Horizonte o permitirlo sólo bajo ciertas condiciones que perjudicarían al país". . 

Con mayor optimismo Dardanelli considera que "todavía hay mucha buena voluntad por ambas partes para encontrar una forma de avanzar. Así que imagino que, en cierta medida, esto es también un acto de prestidigitación por parte de Suiza para tratar de señalar a la UE que no quiere ser presionada en estos temas", señalando que el país esperará que la UE se comprometa más.

Pero el Brexit ha complicado aún más el panorama, según Dardanelli. Antes de que Gran Bretaña abandonara el bloque, "la UE era bastante complaciente, pero debido al Brexit, está mucho más preocupada por hacer excepciones y crear nuevas lagunas que luego podrían ser explotadas".

La relación de Suiza con la UE también ha suscitado comparaciones con la de Gran Bretaña, especialmente ahora, señaló Church, en el sentido de que "puso la soberanía por encima de todo, incluso del beneficio económico".

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