El futuro pontífice deberá restablecer unas relaciones cordiales y profundas entre la Iglesia y los países occidentales, especialmente Estados Unidos. La diplomacia vaticana ya está trabajando, pero el nuevo cónclave podría reservar algunas sorpresas.
La foto publicada por Donald Trump con mitra litúrgica y vestiduras papales, junto con sus declaraciones de los últimos días sobre su deseo de convertirse en pontífice, muestran un interés sin precedentes por parte de un presidente estadounidense en el papel del Vaticano en la política mundial.
Más discretos, en cambio, son el presidente francés Macron y la primera ministra italiana Giorgia Meloni: según fuentes periodísticas, ambos están tratando de conseguir un Papa de sus respectivos gustos. En tiempos de grandes tensiones internacionales, radicalización religiosa y retórica apocalíptica nuclear, la tentación de los países de influir en el cónclave es fuerte.
¿Una Iglesia Católica menos centralista?
El conflictivo marco político internacional externo a la Iglesia se solapa con los decisivos cambios internos en el Vaticano impuestos por el Papa Francisco, que han llevado a la Iglesia Católica a mirar lejos tanto geográficamente como en términos de fe. Consecuencia: la polarización entre cardenales por la elección del futuro Papa podría darse entre centralistas e internacionalistas, sugiere sco Clementi, profesor de Derecho Público Comparado en la Universidad La Sapienza de Roma.
"En el cónclave se producirá un choque entre una interpretación de la Iglesia basada en el retorno a una idea de su Gobierno central y otra según la cual la Iglesia europea, ante la crisis de Occidente, debe descentralizarse de algún modo todo lo posible". Las reformas de las instituciones eclesiásticas iniciadas por el difunto pontífice se orientaban definitivamente hacia la segunda hipótesis, la de la internacionalización de las estructuras ejecutivas y decisorias del Vaticano.
Pasquale Ferrara, director general de Asuntos Políticos y Seguridad Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano y profesor de Diplomacia y Negociación en la Universidad Luiss de Roma, afirma: "El Papa Francisco ha nombrado cardenales procedentes de los cuatro puntos cardinales. Esta composición multinacional aporta sensibilidades muy diferentes al cónclave. Creo que este cónclave tendrá precisamente el papel de acercar las periferias del mundo a Roma".
En 2013, muchos observadores llamaron al jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, el Papa de las Américas. En Estados Unidos, los fieles y el mundo político creían que el eje vaticano se había desplazado del eurocentrismo tradicional hacia el mundo americano. Pero las posturas activas y críticas del Papa Francisco en temas como los derechos de los migrantes, las fracturas sociales del actual orden económico, las guerras, el diálogo profundo de la Iglesia con China y Rusia y las críticas a Israel han defraudado algunas de las expectativas creadas en Estados Unidos por el entonces presidente Barak Obama hace 12 años.
"Es evidente que todos los valores contenidos en la encíclica Laudato Si' contradicen un modelo socioeconómico que el Papa Francisco considera inicuo, el del turbocapitalismo, la devastación medioambiental y una especie de neoimperialismo privado Big-Tech", afirma Pasquale Ferrara.
Estas cuestiones transnacionales no tienen que ver sólo con un país, aunque sean una parte sustancial de la realidad estadounidense: "Es una circunstancia, y no un país como tal, es un poco reductivo pensar que es una cuestión a favor o en contra de Estados Unidos".
¿Se vio la agenda política del cónclave en el funeral del Papa?
La guerra y la paz por ejemplo son temas políticos históricamente queridos por todos los papas, no podía ser de otra manera ya que el Evangelio inspira las acciones de la Iglesia Católica. Es cierto, sin embargo, que el Papa Francisco ha impuesto a sus diplomáticos funciones activas de mediación, en los conflictos entre Rusia y Ucrania y en Gaza, mucho más allá de los recordatorios ordinarios del mandamiento "no matarás".
Las tajantes posiciones políticas han suscitado tanto críticas como entusiasmo por el pontífice jesuita. Los diplomáticos vaticanos, y en particular el cardenal Parolin, han tenido que corregir en algunos casos su tono sobre ciertas frases del pontífice como "la OTAN ladra en la frontera de Rusia", en la que el Vaticano parecía situar al mismo nivel ético a los regímenes autoritarios y a las democracias liberales.
"Un exceso de 'real-politik'", dice el profesor Stefano Ceccanti, constitucionalista y exdiputado italiano del Partido Democrático. En 1965, con el Concilio Vaticano II, que abrió la Iglesia a la modernidad, "en la ola de la afirmación de los partidos demócrata-cristianos en Europa y del presidente estadounidense católico, democrático y anticomunista John F. Kennedy, la Iglesia Católica con el Papa Pablo VI estableció que la democracia es el régimen político más cercano a los ideales evangélicos", dice Stefano Ceccanti.
Las aperturas y entendimientos con países no democráticos, en el sentido occidental, como Rusia, China y otros, han creado cierta perplejidad incluso dentro de la propia Iglesia. "En algunos casos quizá no se ha entendido bien la diferencia entre la necesidad de la Iglesia de convivir e interactuar con países no democráticos, como China, y la conciencia de las diferencias (sustanciales para la doctrina de la propia Iglesia) entre las democracias establecidas y los regímenes no democráticos", afirma Stefano Ceccanti.
El jefe de la Casa Blanca y el presidente ucraniano conversaron en una capilla de la Basílica de San Pedro, junto a una sección del antiguo sarcófago de los emperadores (Adriano y Otón) transformada en pila bautismal a finales del siglo XVII, época de triunfos políticos para los jesuitas. Años en los que la orden fundada por San Ignacio de Loyola ejerció una gran influencia política y cultural en las principales cortes europeas y en zonas remotas del mundo recién descubierto.
También saltaron fugaces apariciones en las conversaciones entre Estados Unidos y Ucrania en San Pedro del presidente francés Macron y el primer ministro británico Starmer y una tercera silla que quedó vacía. Algunos comentaristas bromearon al respecto con que el asiento no estaba realmente vacío, sino ocupado por el Espíritu Santo, la entidad trinitaria que inspira a los cardenales en la elección de los papas.
¿Llegaría el 'Art of the Deal' tan lejos como para proponer una empresa conjunta con el Espíritu Santo por el control del futuro papado? El secretario de Estado, cardenal elector y uno de los candidatos papales, Pietro Parolin, habría favorecido por tanto un encuentro entre Donald Trump y Volodímir Zelenski en un ambiente inspirado y más distendido. Sin embargo, Trump ya había revisado algunas de sus posiciones respecto a la Rusia de Vladímir Putin.
Diplomacia y descentralización, herramientas del próximo pontífice
En el caso de la guerra entre Rusia y Ucrania, el cardenal Parolin y el arzobispo británico Richard Gallegher siempre han dejado claro que Rusia es el agresor y han afirmado el derecho de Ucrania a defenderse, "como prescribe el Concilio con el concepto de legítima defensa, una idea más restrictiva que la de guerra justa", afirma Stefano Ceccanti.
Los dos cardenales realinearon efectivamente la política vaticana a las posiciones de la UE y del Reino Unido con la aparición providencial de Emmanuel Macron y Keir Starmer. Dar relevancia a la dimensión exterior y periférica de la Iglesia Católica es también importante para revitalizar el centro tradicional de su acción histórica y espiritual, Roma y Europa.
A medida que crece la internacionalización de la Iglesia, también debe crecer el respeto por la diversidad local. En algunas situaciones, como la Amazonia, ya había pasado el principio de excepciones parciales al celibato obligatorio, más tarde no aprobado por el Papa Francisco, como es también la tradición en las iglesias de rito oriental y también de los exanglicanos a los que el cardenal Ratzinger, entonces Papa, construyó una estructura especial para transitar con sus esposas en la Iglesia Católica, dice Stefano Ceccanti, concluyendo:
"Tendremos que acostumbrarnos a tener soluciones sobre algunas cuestiones un poco más descentralizadas y diversificadas. En este sentido, la valorización de los símbolos locales va en una dirección más realista". Queda la duda de si para el futuro pontífice la presencia de la Iglesia Católica en el mundo deberá darse en la continuidad de las reformas iniciadas por Jorge Mario Bergoglio, o dar un paso atrás y recuperar las tradicionales relaciones políticas con las potencias occidentales como en tiempos de Benedicto XVI y Juan Pablo II, este último tan activo como el Papa Francisco en política internacional. De hecho, fue uno de los artífices del fin de los regímenes comunistas en Oriente.
El cardenal Parolin ha sentado las bases de una nueva política internacional vaticana. Pero para muchos observadores, la nueva composición del cónclave con cardenales procedentes de lugares remotos del mundo podría deparar muchas sorpresas.