El presidente del Eurogrupo y ministro de Finanzas irlandés acogió con satisfacción el acuerdo entre EE.UU. y China para reducir drásticamente los aranceles durante 90 días. En una entrevista con 'Euronews', lo calificó como avance prometedor para las relaciones entre la UE y Estados Unidos.
Tras varias semanas de fuertes tensiones económicas, EE.UU. y China acordaron reducir sustancialmente los aranceles que se habían impuesto mutuamente, una decisión que supone una desescalada en una de las relaciones comerciales más importantes del mundo.
Washington había impuesto aranceles punitivos de hasta el 145% a los productos chinos, lo que hizo temer una interrupción prolongada de los flujos comerciales mundiales. Ahora, tras un anuncio de alto nivel en la Casa Blanca, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha proclamado un "reinicio total" de las relaciones entre Estados Unidos y China. En virtud del nuevo acuerdo, ambos países suavizarán los aranceles durante 90 días. Trump declaró además que no prevé el regreso de las tasas arancelarias del 145% en un momento posterior.
En una entrevista exclusiva con 'Euronews', el presidente del Eurogrupo y ministro irlandés de Finanzas, Paschal Donohoe, calificó el avance como momento positivo -aunque no exento de complicaciones- para la economía mundial. "Es extremadamente alentador. También es un recordatorio de la volatilidad de la época en la que nos encontramos", dijo Donohoe. "Pero en medio de esa volatilidad, China y EE.UU. reconocen claramente el valor del comercio y cómo esa relación comercial concreta puede tener un efecto tan significativo en el rendimiento de sus propias economías", añadió.
"Creo que es una señal positiva, pero también es obvio que hay mucho trabajo por hacer. Sobre todo en lo que respecta al compromiso de la UE con Estados Unidos". Los comentarios de Donohoe reflejan un deseo más amplio de dar un nuevo impulso al comercio internacional que podría extenderse a las negociaciones entre la UE y EE.UU., en las que siguen sin resolverse las cuestiones arancelarias.
Un planteamiento comedido
Mientras la Comisión Europea sigue negociando su estrategia comercial con EE.UU., Donohoe se mostró partidario de un planteamiento basado en el consenso. En particular, reiteró su tradicional oposición a la introducción de impuestos sobre los servicios digitales (DST, por sus siglas en inglés), que algunos Estados de la UE -en particular Francia- han propuesto como forma de hacer frente a la evasión fiscal de las grandes empresas digitales.
"A Irlanda y a mí nos preocupa desde hace tiempo el papel y el uso de los impuestos sobre los servicios digitales, y mi sensación es que en el debate que se está produciendo ahora se entiende como una opción, pero también se entiende como una opción que podría tener consecuencias muy importantes", explicó.
Esta cuestión se ha convertido en una de las más divisivas dentro de la UE. Aunque Francia y, en cierta medida, Alemania apoyan la introducción de las DST, Donohoe hizo hincapié en la diversidad de opiniones dentro del bloque y lo enmarcó como una fuente de fortaleza más que de división.
"Creo que es inevitable en una negociación como esta que se está llevando a cabo que los distintos de la Unión Europea tengan opiniones diferentes", dijo. "Al fin y al cabo, creo que esa es nuestra fuerza, y lo que haremos es escucharnos unos a otros y encontrar un resultado equilibrado en cuanto a las opciones que quizá debamos tomar ahora y otras opciones que quizá debamos considerar en el futuro".
No obstante, reconoció que varios Estados siguen profundamente preocupados por las ramificaciones económicas y diplomáticas más amplias de centrarse en los servicios digitales, sobre todo a la luz de las actuales conversaciones comerciales entre la UE y Estados Unidos.
"Creo que es justo decir que hay un grupo de países dentro de la Unión Europea a los que (les) preocuparía mucho el uso de los DST y los efectos indirectos que podría tener en las negociaciones comerciales y en la salud de los flujos económicos entre la UE y Estados Unidos".
Donohoe también se refirió a la creciente frustración de la Comisión Europea, ya que las vías tradicionales de negociación arancelaria son cada vez más limitadas. En ámbitos como los servicios digitales, donde persisten los déficits comerciales y las disputas fiscales, la presión para actuar es cada vez mayor.