Entre los escenarios de la unidad cautelosa, la partición blanda y el caos sistemático, Siria se enfrenta a un momento extremadamente delicado e histórico. El futuro del país está determinado no sólo por lo que quieran Damasco.
A la luz de las complejidades acumuladas de una Siria post-Assad, que se hicieron especialmente evidentes durante marzo y abril en una serie de declaraciones internas y regionales, el futuro del país se encuentra en una encrucijada abrupta, con proyectos contradictorios, desde llamamientos a la unidad nacional hasta intentos de partición e intervenciones externas que profundizan la fragilidad del Estado.
A medida que las potencias regionales e internacionales compiten por redibujar los contornos de influencia dentro de la geografía siria, surge un panorama político y de seguridad muy delicado que podría desembocar en uno de varios escenarios fundamentales.
Un escenario unitario con una garantía regional condicionada
La nueva Siria, encabezada por el presidente interino Ahmad Al Sharaa, se adhiere a la unidad del país y rechaza los pasos y llamamientos separatistas, o aquellos que muestren un deseo de ampliar el margen de poderes especiales para las regiones habitadas por mayorías étnicas o sectarias.
A ello se añade la postura religiosa del muftí de la República, jeque Osama al-Rifai, que insiste en la necesidad de preservar la unidad del territorio sirio y rechaza los proyectos de partición, sean cuales sean los pretextos.
La visión kurda de la futura relación con Damasco preocupó al nuevo gobierno, que rechazó un reciente documento que pedía que los kurdos gozarande poderes especiales en las zonas que controlan.
Pero Damasco no es el único que rechaza esta tendencia kurda. Las declaraciones del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se cruzan con la postura de la nueva istración siria al rechazar cualquier compromiso de la unidad del país, incluso en forma de poderes regionales en un sistema federal.
Erdogan subrayó el miércoles que Turquía no permitirá el establecimiento de ninguna entidad paralela en Siria y advirtió de que las acciones israelíes dentro de Siria son una grave provocación. También subrayó que su país responderá a los intentos de desestabilización de "múltiples maneras".
El jeque al-Rifai llamó a rechazar la sedición y a evitar los círculos de venganza, subrayando que toda sangre siria está prohibida y que el camino hacia la salvación consiste en dejar que la justicia siga su curso, no en la venganza. Estas posiciones llegan en un momento muy peligroso, ya que algunas fuerzas internas y externas intentan reproducir el conflicto civil con motivos sectarios o regionales.
El muftí sirio, junto con Turquía, percibe grandes peligros por los acontecimientos en curso entre facciones extremistas y residentes de pueblos drusos de la campiña de Damasco, con el telón de fondo de un vídeo ofensivo atribuido a un miembro de la comunidad drusa, que pronto fue explotado para lanzar campañas contra de esta minoría en pueblos cercanos a la capital.
Las recientes declaraciones israelíes aumentan la aprensión ante estos acontecimientos, ya que el Estado hebreo amenazó con intervenir para proteger a los drusos en Siria. Estas declaraciones coinciden con la retórica de los dirigentes rusos dentro de Israel, en particular el jeque Muwaffaq Tarif, que pide a su comunidad que se ponga bajo protección israelí.
El escenario de la unidad de Siria requiere la convergencia de las voluntades de los principales actores -desde el Estado central hasta las fuerzas kurdas y drusas y la oposición civil- en una fórmula inclusiva que puede incluir la descentralización istrativa sin comprometer la unidad del Estado, y prepara un proceso político acordado con la garantía regional de Turquía y los influyentes países árabes de la región del Golfo.
El escenario federal restringido
A pesar de la insistencia de Damasco en el primer escenario, y de que Erdogan ha descrito la idea del federalismo en Siria como "sólo un sueño", hay actores, especialmente en el norte y el este de Siria, que siguen presionando para que se reconozca internacionalmente el hecho consumado impuesto por las Fuerzas de Autodefensa hace años mediante una autoistración basada en el modelo federal. Algunas declaraciones kurdas han reiterado la demanda de "reconocimiento de los derechos de los componentes sirios en un marco descentralizado".
Aunque esta propuesta no llama explícitamente a la secesión, levanta las iras tanto de Damasco como de Ankara, ya que se teme que sea el preludio de una partición blanda que allanaría el camino a una futura secesión. Algunas propuestas drusas en el sur, que han abogado por "proteger la especificidad sectaria dentro de un Estado unificado", constituyen un paralelismo a esta tendencia.
Este escenario puede encontrar el apoyo indirecto de algunas capitales occidentales e Israel que buscan reducir la influencia turca tras la retirada de Irán de Siria, sin implicación militar directa, pero sigue siendo arriesgado, ya que puede abrir la puerta a nuevos conflictos internos por las fronteras, los poderes y los recursos naturales.
Escenario de partición de facto con apoyo externo
Las recientes declaraciones israelíes, que han ido desde advertencias de seguridad hasta repetidos ataques aéreos contra sitios dentro de Siria y la ocupación de grandes áreas del sur de Siria tras la caída del régimen de Assad, suscitan serias preocupaciones de que alguien esté buscando desmantelar Siria de manera efectiva, o al menos mantenerla en un estado "cuasi-estatal" que ni se levanta ni cae por completo.
En este contexto,** se hanintensificado los ataques israelíes contra emplazamientos dentro del territorio sirio, mientras que algunos partidos israelíes siguen promoviendo la idea de "Estados sectarios" como solución a largo plazo para el conflicto sirio.
Este escenario, de hacerse realidad, supondría perpetuar el actual statu quo: múltiples zonas de influencia, cada una istrada por fuerzas locales con distinto apoyo regional o internacional. Este escenario amenaza con el colapso del Estado sirio como entidad unificada, convierte la estabilidad en un sueño lejano y perpetúa décadas de intervenciones y conflictos abiertos por delegación.
Escenario de caos prolongado
Si fracasan todos los esfuerzos políticos y no hay consenso nacional ni apoyo regional e internacional efectivo para una solución política equilibrada, y a la luz de la catastrófica situación económica y financiera que padece el país, Siria puede deslizarse hacia una nueva fase de caos, salpicada de guerras regionales y represalias mutuas, en la que los actores locales dependerán cada vez más de aliados externos para lograr ganancias circunstanciales.
Erdogan ha indicado claramente que alguien está "poniendo a prueba la paciencia de Turquía en el expediente sirio", sugiriendo que cualquier movimiento sobre el terreno que altere el equilibrio, especialmente en la frontera turca, puede empujar a Ankara a una intervención directa más amplia.
Por otra parte, aumentan los signos de tensión en el sur, donde se teme que se repitanlos modelos de enfrentamiento civil, sobre todo con la aparición de discursos revanchistas en algunos círculos, contra los que advirtió el muftí de la República, llamando a extinguir los enfrentamientos y a dar prioridad a la lógica de la justicia sobre la de la venganza.
Entre los escenarios de la unidad prudente, la partición suave y el caos sistemático, Siria se enfrenta a un derecho histórico extremadamente delicado. El futuro del país no sólo está determinado por lo que quieran Damasco, la oposición o las fuerzas locales, sino también por lo que permitan los intereses de las potencias regionales e internacionales entrelazadas en suelo sirio.