Las tierras fértiles disminuyen rápidamente mientras crece la población de la región de Asia Central, que en 25 años puede superar los 100 millones de habitantes, advirtió el presidente de Uzbekistán en el Foro del Clima de Samarcanda.
Asia Central se calienta año tras año, se queda sin agua y, en consecuencia, sin alimentos, se ha dicho a los delegados del Foro del Clima de Samarcanda, cita anual que siguió a la Cumbre Asia Central-Unión Europea que elevó a nivel estratégico la cooperación entre las regiones.
Los participantes eran del más alto nivel: presidentes de cinco países de Asia Central y los presidentes del Consejo Europeo y la Comisión Europea. Tras haber debatido ya en el acto anterior sobre la cooperación y la inversión en la transición ecológica y la gestión del agua, los mandatarios se centraron en proyectos concretos para evitar que Asia Central se convierta en un desierto.
Al inaugurar el foro, el presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev, definió el problema al que se enfrenta Asia Central en términos claros: "el cambio climático está inextricablemente ligado a la seguridad alimentaria y energética. Las tierras fértiles están disminuyendo rápidamente mientras crece la población de la región, que dentro de 25 años puede superar los 100 millones de personas. En la actualidad, más del 20% de las tierras de la región están expuestas a la degradación. En un cuarto de siglo, el rendimiento de los cultivos puede disminuir un tercio".
Asia Central coopera con la UE
Por muy crítica que sea la amenaza, los expertos señalan que la cooperación con la Unión Europea y sus programas de innovación y seguridad alimentaria de larga duración aumentará las probabilidades en la lucha contra el desastre climático.
"Creo que es vital que combinemos nuestro potencial científico para aumentar la capacidad de adaptación de nuestros sectores forestal y agrario, así como para reforzar la seguridad alimentaria en el marco del Programa Horizonte Europa", declaró el Presidente de Uzbekistán. dijo Shavkat Mirziyoyev.
Los dirigentes de la UE, el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no sólo se mostraron de acuerdo, sino que reafirmaron el compromiso del bloque, señalando que está muy implicado en la resolución de los problemas de Asia Central inducidos por el clima.
"Hoy, Asia Central y Europa han acordado iniciar una nueva asociación estratégica. La seguridad climática y la protección de nuestra naturaleza ocuparán un lugar central en esta asociación estratégica. En primer lugar, Europa quiere trabajar con ustedes para adaptarse a un clima cambiante", declaró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
"En segundo lugar, juntos también podemos acelerar la transición mundial hacia las energías limpias. El año pasado, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán se sumaron a nuestro compromiso mundial de duplicar la eficiencia energética y triplicar la capacidad de energías renovables para 2030", añadió Von der Leyen.
Por su parte, el presidente del Consejo de la UE, Antonio Costa, declaró: "Hoy, junto con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reafirmamos nuestro compromiso de elevar las relaciones entre Asia Central y la Unión Europea a la categoría de asociación estratégica".
"Una asociación estratégica que pondrá en común los recursos, la experiencia y la tecnología europeos en favor de una cooperación más profunda con Asia Central en materia de acción por el clima, gestión del agua, seguridad energética, desarrollo ecológico y sostenibilidad. Este es el camino a seguir. Debe ser una parte central de nuestro futuro común", añadió Costa.
Innovación contra el cambio climático en Asia Central
La Unión Europea ya combate los efectos del cambio climático mediante proyectos de desarrollo en la región. Por ejemplo, está creando un nuevo cinturón verde en la cuenca del Mar de Aral, devolviendo la vida a lo que ahora es un desierto salado. Y esto está ayudando a los agricultores de Asia Central a adaptarse a un clima más seco, utilizando tecnología para ahorrar agua y controlar su uso.
Es la misma transición por la que están pasando muchos agricultores de la Unión Europea. Esos agricultores europeos exploran ahora soluciones innovadoras, por ejemplo, utilizando nuestros satélites para vigilar el suelo y adoptando nuevas técnicas genómicas con plantas resistentes al cambio climático.
En un plano más industrial, la UE invierte en energías limpias en toda la región, como la presa de Rogun, en Tayikistán, que bate récords, y la de Kambarata, en Kirguistán. Generarán energía suficiente no sólo para sus dos países, sino también para exportar a toda Asia Central. "Darán energía a nuevas industrias estratégicas, por ejemplo, para procesar materias primas. Ayudarán a electrificar nuestros corredores de transporte -hoy hemos hablado de ello- y producirán hidrógeno limpio que podrá venderse en el extranjero", dijo la presidenta de la Comisión Europea.
Los líderes de Uzbekistán, Kazajstán, Tayikistán, Kirguistán y Turkmenistán enumeraron los proyectos e ideas que podrían beneficiarse del aumento de la financiación y la transferencia de conocimientos. Iban desde la creación de una estrategia regional de uso del agua hasta la plantación de millones de árboles para luchar contra la desertificación (algo que Uzbekistán ya está haciendo).
Se celebraron varias reuniones con distintas partes interesadas, algunas de las cuales advirtieron que la voz de alarma había sonado demasiado tarde, pero la mayoría salió esperanzada.
"Lo más importante fue ver el compromiso de todos los países y la colaboración con la UE. La presencia de los jefes de Estado y de la cúpula de la UE y de los bancos de desarrollo es fundamental. Es la prueba de que las partes interesadas están dispuestas a actuar y a colaborar", afirmó Anacláudia Rossbach, directora ejecutiva de ONU-Hábitat.
El caso del mar Aral
Hay pocos lugares más apropiados para acoger un acto de concienciación medioambiental que el mar de Aral. Es un ejemplo desgarrador de lo que la gente puede hacer a los propios lugares en los que vive. Antaño el cuarto lago más grande del planeta, este exuberante mundo acuático se extiende a lo largo de 68.000 kilómetros cuadrados.
Alimentado por los ríos Syr Darya y Amu Darya, no sólo era el hábitat de docenas de especies salvajes, sino también el sustento de los pescadores locales, que podían capturar 60.000 toneladas de pescado al año. En 1960, la Unión Soviética decidió convertir la región en un centro algodonero.
Para regar 7 millones de hectáreas de campos se necesitó mucha agua de los dos ríos, y el mar de Aral empezó a retroceder. Tanto el algodón como la Unión Soviética forman ya parte de la historia, pero las tierras agrícolas siguen expandiéndose y el mar se está secando.
Comparado con su antiguo ser, ahora es un estanque de apenas 8.000 kilómetros cuadrados con una salinidad tan alta que ha quedado casi desprovisto de vida. Toda la región sufre escasez de agua, y los recursos disminuyen sin cesar. Hace tan sólo cinco años, hubo conflictos armados entre algunos de los países de la región por pozos o riachuelos aislados. Por ello, en el Foro del Clima de Samarcanda se sentaron juntos, acogieron a dirigentes de la UE y debatieron proyectos conjuntos para evitar el desastre.