En la Ciudad de Gaza, las filas se extienden interminablemente fuera de cocinas improvisadas. Entre los escombros de la guerra, los residentes dicen que han pasado días sin una comida adecuada.
Los padres, sosteniendo ollas vacías, esperan una cucharada de sopa que puede ser la única comida de sus hijos. Muchas familias, como la de Dina Jendiya, dependen completamente de las distribuciones de alimentos, temiendo que sus niños mueran de hambre si la ayuda se detiene.